lunes, abril 21, 2008

Ahumados

NOTA PUBLICADA EN EL DIARIO CRÍTICA
21/04/2008. Eduardo Martín Vacelar.
Dado que el ahumado es una técnica culinaria cuasi milenaria, que consiste en someter ciertos alimentos a humo provenientes de fuegos realizados con maderas de poco nivel de resina, correría el riesgo de pasar por idiota todo aquel que no advirtiera que la propia naturaleza se ha cansado ya por fin de su mejor enemigo, el hombre. Y que mejor plan para deshacerse de él que devorándolo mediante este proceso, que además de darnos sabores suaves y hasta afrodisíacos, le sirve a la pachamama para conservarnos en buen estado de deglución por mucho más tiempo.
Todo aquel que no este al tanto de las técnicas de ahumación existentes, debería saber que este es el primer proceso de un trabajo de dos estadíos. Este actual, consiste en el ahumado en frío de los alimentos, donde la temperatura no puede sobrepasar los treinta grados Celsius y puede durar hasta noventa horas. Por eso, dadas las proporciones de alimento que la tierra quiere tragar, al parecer un sector amplio de la vorágine porteña, es decir, la argentina más recalcitrante, no es raro que toda la Capital Federal ya lleve mas de cien horas en dicho proceso.
Dentro de tres o cuatro días, con suerte, vendrá la parte en caliente y ahí habrá que agarrarse bien el culo. Porque las temperaturas pueden llegar hasta trescientos cincuenta grados Celsius y se corre el rumor que una amplia mayoría de las plantas de jardín de todas las casas del territorio argentino obrarían de kamikaze, auto-incendiándose para lograr un mejor resultado, ya que es sabido que la Madre Naturaleza no va a ahorrar sacrificios tratándose de nosotros.
Altos investigadores advirtieron que la única forma de acabar con este mal es sentándose desnudos sobre pastos silvestres ubicados a lo largo del país, para que de esa manera la naturaleza se desquite como mejor le guste de la barbarie que venimos cometiendo contra ella desde hace décadas. Solo faltaría ver si en verdad estos tipos son realmente sabios y cuántos de nosotros estaríamos dispuestos a sacrificar el potus por la subsistencia de la especie. Otros trascendidos observaron que los voluntarios deberían ser muchos menos, si en vez de pastos, los que se ocuparan de la sucia labor fueran cactus.