jueves, abril 17, 2008

Carta inédita a María Victoria Mato

Soy de los que creen que el miedo nos paraliza, nos vuelve autómatas, sucios personajes capaces de reaccionar ante nada y ante todo. Y a veces tengo miedo, sabes...
Hoy tengo miedo de imaginar el día que no estés, y digo esto teniendo en cuenta la palabra físicamente, porque se que siempre vas a estar en mi ser. Se me ocurrió pensar que puede ser el día que te haya pasado algo, trágico, por así decirlo, algo de lo cual no pueda regresar ni regresarnos y que desde hace un rato me ha helado las venas.
Es que, verás, hace ya varios días que me pregunto como seremos en otras vidas, si es que las hay, o como será nuestro final en esta vida. No se, será quizás que ya he dejado de ser un poco humano, o no lo haya sido nunca del todo y ha causa del miedo me transformé en lo que ves ahora.
Solo quería decirte que sos de las pocas personas ante las que quiero seguir siendo tan vulnerable. A veces tengo la preocupación de estar volviéndome una maquina insípida, es que suele pasarme. Y por si fuera poco, extrañarte. Lo cierto es que creo haber estado enamorado de vos desde el mismo instante en que empecé a acariciar tu vientre, y hoy, al pensarte, me resulta hasta egoísta el intentar retenerte para siempre conmigo. Que loco, quisiera que seas inmortal. Como lo serás en mi recuerdo.
En verdad, no creo mucho en nada últimamente, solo en la sensación de que sigo respirando y que la fuerza que me impulsa a seguir creyendo es inmensa y aunque mi cuerpo es grande, no creo que salga todo desde ahí adentro. Pero sigue siendo verdad que el miedo sigue siendo el motor de todo, por eso a veces te necesito para quebrarlo, para mostrarle toda tu paz, tu sonrisa, la calma que rebalsa de tus ojos. Hace días que no encuentro nada de eso, nada para cambiar esta sensación. Sensación de ser el peor hombre sobre la tierra, sensación de no ser nada.
Espero la calma, toda calma que llega tras la tempestad. Debe estar cerca, hace tiempo esta rondando por aquí el huracán Maria Victoria. En el norte, allá en América boreal, ya lo están pidiendo, por eso formamos, nosotros los hombres, un grupo de rescatistas desesperados, aturdidos por las pérdidas que el temor nos ocasiono siempre, una alianza de rescate, de búsqueda. Consiste la misma en mostrarnos vacíos, morbosos, pesados y hasta dulces, para que este fenómeno siniestro, se sienta siempre en la necesidad de necesitarnos. O viceversa. O tal vez de nuevo viceversa.
Por suerte aun guardo mis recuerdos. Donde el miedo no llega. Ahí siempre seremos nuestros, tu mía y yo tuyo. El abrazo suele ser la eternidad misma. Yo espero te encuentres bien, por todo lo que te necesito, a pesar de tanto miedo.
P.D.: Que la vida me quite todo todo, que me de nada nada. Será porque todavía no se adonde vamos, pero se que sea donde sea, vienes conmigo, porque hasta del agujero más oscuro puede salvarnos tu luz.