sábado, enero 12, 2008

Tristemente solo o viceversa

Un hombre está sentado solo,
junto a él, la tristeza hace de amiga,
lleva sus ojos entreabiertos,
ella está esperando que decida.
Él piensa que será mejor marcharse
e inmolar el dolor que lo desnuda,
es una margarita comenzando a marchitarse
y no hay más primaveras que lo abrigan.
Quizás fuera mejor no decir nada
pero ella ya está harta de ser llanto
quisiera ya dejar de ser tristeza
aunque por esta vez dure el encanto.

Que nadie pueda apagar tu luz
que jamás puedas perder pisada,
dijo al hombre que está solo
la mujer que debería sonar amargada.

Que el sueño te devuelva la verdad
que tus manos ya no tiemblen al pensar
que fue fácil llegar a tocar el cielo
y ya no hay más escaleras para bajar.

El hombre sigue triste a pesar de,
y la tristeza sigue sola con su piel,
el tiempo deja heridas que no sanan,
si puede volverse agria hasta la miel.
Entonces ella entiende que es intrusa
que allí con él sentada esta de más,
no hay nada peor que a quien marchita
regarlo con el agua de la soledad.
Cuando la tristeza ya esté lejos
se sentará tranquila a esperar
que alguna otra alma en pena haga fuego
la única llama que avivan las lágrimas.

Y que nadie se atreva a apagar mi luz
que nunca se borren estos pasos,
escuchó la tristeza sin querer
decir a un hombre como yo que iba de paso.

Que el sueño me devuelva la esperanza
y mis manos ya no entorpezcan al ver
que cada par de ojos es un nuevo cielo
que van a escampar las nubes al creer.