viernes, marzo 18, 2005

EL ESPEJO

Nada vale tanta mala suerte.
Pero es verdad, el amor es triste.
Yo que creía ser dichoso,
solo soy un pobre diablo.
Y para peor, sin suerte.
Si pedía retenerla para siempre,
al primer cambio se marchaba,
si pedia solo verla,
el día se volvia negro,
si tan solo la extrañaba,
el reloj era mi enemigo.
Así el amor se hizo la intersección
de dos calles que nunca se cruzan.
Ni siquiera en el estravismo
del infinito.
Y el corazón, el más desdichado,
se fue acostumbrando a perder,
se resignó al dolor y se apagó,
quizás porque se dió cuenta
que en otra vida fue espejo
y al romperse en mil muertes
me condeno a la peor
de las malas suertes.
...Y siete por mil es mucho tiempo.