viernes, marzo 18, 2005

CROMANIONES

La palabra tragedia, entre los griegos, no aludía exclusivamente a lo terrible sino básicamente a lo inexorable, a todo lo que no se deja vencer por ruegos. Todo aquello inevitable a lo que llamamos destino.
Nunca me gustó la idea de creer que ya todo está escrito, quizás porque nunca soporté que alguien controle mi vida. Todavía me entusiasma imaginar que todo lo creamos socialmente, en el abrazo diario, aunque nuestros últimos inventos nos esten dejando con las manos vacías.
El rock se ha cobrado nuestros sueños, y todo aquello que parecía inevitable y hasta predecible, se transformó en muerte. Y la Argentina de los jóvenes ya paga el precio de no saber leer las instrucciones para el uso de este juguete que es el planeta, o más bien por no darnos cuenta que todo aquel que manipula es el verdadero dueño de la pelota.
Nunca encontramos palabras para explicar nuestras muertes, y los números ya no alcanzan. Lejos de no encontrar culpables, somos todos responsables por lo que no quisimos ver y supimos aparentar. El pueblo ya ha pagado su cuota de ingenuidad con casi doscientos decesos, por eso esperamos que ahora la justicia tenga los ojos por encima de la nariz.
En fin, si es verdad que Dios existe, no creo que haya querido esto para despertarnos. Pero ya es muy tarde. Solo nos queda creer que morimos para poder nacer en el recuerdo, que no somos ni seremos cromañones, sino seres humanos, que si fueramos mejores, no seriamos siempre los mismos los que acabemos rotos, y hasta podriamos intentar que la felicidad fuera justa.
El silencio se hizo eterno, se apagó nuestra canción, pero no nos rendimos. Aunque no exista la reencarnación, en algún lugar hay un fuego más tibio esperandonos.
ESTA HUMILDE PÁGINA SE ADHIERE AL SENTIMIENTO DE CONGOJA NACIONAL POR LA MUERTE DE CASI DOSCIENTAS PERSONAS Y EL DOLOR DE MILES DE FAMILIAS.